Viajes en familia

Vacaciones en el Norte de Portugal

 Acabo de llegar de vacaciones y ya estoy con el blog¡ Madreee, que ganas tenía de dedicarle un ratino y escribir qué tal han ido nuestras vacaciones. Nos hemos ido a Portugal. La idea era ir al sur de Francia peeeero cuando nos pusimos a echar cuentas y más cuentas vimos que se nos escapaba de nuestro más bien recortado presupuesto, así que hicimos un cambio de planes y decidimos que el norte de Portugal no lo conocíamos, lo tenemos aquí al lado y nos saldría más barato. ¡Ya teníamos destino¡

Vacaciones en familia en el Norte de Portugal

Salimos el lunes pasado sobre las ocho de la mañana y hacia las 11 ya estabamos en Tomar, en realidad fueron las doce, pero como ellos tienen una hora menos pues ganamos una hora 😉

En Tomar hay un monasterio precioso, el Convento de Cristo, que mi señor esposo tenía muchas ganas de ver (ya estuvimos por esta zona el año pasado en Semana Santa, pero se nos escapó y desde entonces ha estado erre que erre con el monasterio) y la verdad es que no le faltaba razón. Merece la pena visitarlo y mucho.

Claustro de Lavagen
Charola de la Iglesia

Después de comer nos fuimos a Aveiro. Aveiro es un pueblecito al que llaman la venecia portuguesa. La verdad es que llamarlo la venecia portuguesa es un poco pretencioso. Si es verdad que tiene un canal y algunos puentecillos que lo atraviesan, pero las semejanzas acaban aquí. Aunque en su favor hay que decir que Aveiro no huele mal 😉

En vez de góndolas tiene unas barcazas a motor que recorren el canal. Como estabamos cansados y Álvaro quería montarse en barco (y su madre también) allá que nos montamos. Fue una media hora relajada, en la que recorrimos más o menos todo el canal y el guía (que fue penoso) nos indicó  las zonas más significativas.

Al día siguiente fuimos a visitar el Museo de Aveiro que es cien por cien recomendable. No sólo el lugar en el que está ubicado (el convento de Jesús) sino también por la gran cantidad de arte sacro que contiene. Álvaro se portó muy bien hasta que comenzamos a ver vírgenes y santos… se ve que él muy católico muy católico no debe ser porque se cansó enseguida y decidimos irnos a Oporto.

La primera impresión cuando llegamos a Oporto fue de saturación. No recuerdo haber visto nunca tanta gente por la calle en ninguna ciudad a la que hemos ido, ni siquiera en Roma tuvimos la sensación de agobio que tuvimos al llegar a Oporto. Si a eso sumamos que somos de pueblo chico, que no encontrabamos el parking del hotel a pesar de estar casi al lado, y que Álvaro estaba harto de coche … uffff, que mal lo pasamos esa media horita…

Después tengo que reconocer que nos ha encantado. Grandes avenidas que se mezclan con casas en ruinas, edificios majestuosos y el mercado do Bolhao, la Torre de los Clérigos y la Riveira, la librería Llelo & Irmao, que dicen que es de las más bellas del mundo, el Palacio de la Bolsa… También dimos un paseito en barco por el Duero (le estamos cogiendo gusto a esto de los barcos, de hecho le voy a pedir uno a los Reyes, por si cuela, jaja) donde el niño se durmió y el padre casi…

Foto de la Riveira desde el barco 😉

        Dejamos Oporto y nos fuimos a Viana do Castelo, pero no vimos casi nada porque Álvaro estaba malino con fiebre y cuando fuimos a llevarlo al médico nos pidieron 85 euros porque no teníamos la tarjeta sanitaria europea (somos los padres más desastres del mundo¡¡¡) y tuvimos que ir a Tui, donde nos atendió una médico muy agradable que nos dijo que lo que tenía el niño era un simple resfriado. Hasta este momento la madre hipocondriaca no respiró tranquila, que ya me imaginaba al niño otra vez con placas en la garganta 😦

Con la tranquilidad en el cuerpo y el depósito lleno de gasolina nos fuimos a Braga. Braga también nos ha gustado mucho, sobre todo el Monasterio de Tibaes. Este monasterio está a unos 8 kilómetros de Braga y en principio no estaba entre los lugares que teníamos que visitar si o si, pero nos sobró tiempo una tarde y fue todo un acierto acercarnos. Es precioso, no solo el monasterio en sí, sino todo el espacio que lo envuelve. Dar un paseo por alguno de los senderos que salen desde él, ir al estanque… Además está toooodo verde y a nosotros, que nuestros campos se empiezan a secar a principios de mayo, eso nos envuelve en una especie de magia. Hasta Álvaro decía que estabamos en el bosque de Caperucita, jaja.

Nuestro siguiente destino fue Guimaraes. ¡Qué bonito es Guimaraes¡ Tiene un encanto especial. Nosotros pensábamos que nos iba a gustar mucho el palacio de los duques de Braganza y el castillo, pero lo que realmente nos gustó fue callejear y descubrir que si una calle es bonita la siguiente es más. Además me comí el único helado que he disfrutado yo solita en tooodo el verano, porque Álvaro cuando compramos un helado se lanza a por el mío y al de su padre no le hace ni caso… Pero esta vez elegí helado de mora y como no le gustó y se fue a por el de su padre… ¡Cómo lo disfruté¡ Y no sólo por el hecho de comérmelo yo enterito, sino por no tener que estar pendiente que no se manche más de la cuenta, jaja.

Desde Guimaraes bajamos hasta Viseu, y aunque vimos todo lo que yo tenía programado no lo disfruté porque Álvaro me ha pegado el resfriado (a mi y a su padre, para que no riñamos, jaja) y tuve un dolor de cabeza que ni veía, jaja.

Ayer nos hicimos los casi 400 y pico de kilómetros que nos faltaban para volver a casa, al calor de 40º (un verano con 23º grados no es verano, por mucho que digan), al campo más seco que el esparto, a comer sano (sobre todo Álvaro que ha estado alimentándose de zumos, pan y fruta que comprábamos por la calle), y a nuestra rutina diaria…

Hemos estado 8 días fuera y hemos hecho un viaje de los que solíamos hacer cuando aún no éramos padres, es decir, un viaje de no parar, de salir temprano y volver tarde al hotel, de andar mucho y descansar poco y tengo que reconocer que pese a que nos daba un poco de miedo lo hemos pasado muy bien y Álvaro se ha adaptado estupendamente a nuestros ritmos (y nosotros a los suyos, por supuesto), así que la excusa de que no viajamos por el niño para nosotros ya no vale.

Habrá que ir pensando en otro destino y en perder los tres kilos que he puesto¡¡¡ Madredelamorhemoso me dejo ir o me pongo fondona, jaja.